HISTORIA
DE LA HERMANDADdesde 1558
nuestra historia
Pocas Cofradías lucentinas han sido tan pródigas en frutos nunca, a pesar de su extinción, como la Venerable de María Santísima de la Paz y Congregación de la Santa Veracruz, Oración y Buena Muerte, de esta ciudad de Lucena.
Su erección canónica, según Ramírez de Luque, se verificó el 2 de Julio de 1558, pero casi toda la documentación conservada relativa a sus actividades alude a las fechas posteriores a su reestructuración acordada en cabildo de 31 de enero de 1831.
Su historia anterior ha de ser supuesta sobre la base de inventarios que conocemos, todos ellos también del siglo XIX y escasas noticias más.
Es interesante hacer notar que, al igual que en torno a la Cofradía de Ntra. Sra. del Carmen, se constituyeron una serie de hermandades de Pasión alrededor de Nuestra Señora de la Paz, imagen de gloria hasta años recientes, recibieron cultos penitenciales una amplísima serie de imágenes, hoy tristemente dispersas, que desfilaban agrupadas bajo un mismo estandarte en la tarde del Jueves Santo.
La sede de esta antiquísima Cofradía, como aún recuerdan nuestros mayores, estuvo situada en la esquina de la calle Ancha con la de Veracruz. Se trataba de una Ermita de planta rectangular, similar en sus dimensiones a la de la Aurora, con varios altares laterales y un Altar Mayor con retablo dorado y camarín, que cobijaba la imagen de la Titular con el Niño en sus brazos; (Hoy este niño de bellísima talla se encuentra en poder de una devota en la ciudad de Barcelona). Los altares menores o “urnas” ostentaban sucesivamente un San José, que se llevó a la ermita de San Cristóbal a mediados del siglo pasado siendo sustituido por la imagen de San Juan de Dios; otro altar dedicado a San Crispín, (probablemente el que hoy existe en los Franciscanos); un Cristo crucificado, “El de la Buena Muerte”, cuyo paradero se ignora, ocupaba otra hornacina; seguía la de Ntro. Padre Jesús en su Sagrado Lavatorio, paso suficientemente conocido por la magistral talla de la cabeza de San Pedro Apóstol. La imagen de Jesús Caído, también pertenecía a esta cofradía, así como la preciosa talla de Ntra. Sra. De las Angustias, atribuida recientemente al imaginero Astorga; terminando por la joya escultórica de Nuestra Semana Santa: Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna, obra maestra de Pedro Roldán, fechada alrededor de 1675.
Evidentemente, todo este acervo imaginero hubo de nacer de un potencial humano y económico boyantes en el siglo XVII. Uno de los modos de recaudar fondos que dispusieron esta cofradía fue la explotación del primer corral de comedías del Reino de Córdoba y que poseía en la calle Veracruz, siendo inaugurado el 7 de Octubre de 1667.
Si el siglo XVII vio la adquisición de las imágenes, el XVIII conoció el ornato de la Capilla que, según testimonios de época estaba abierta al culto todos los días y servía eficientemente las necesidades religiosas de un amplio sector de Nuestra ciudad
La decadencia debió iniciarse en los primeros años del siglo XIX, hasta que por el Hermano Mayor D. Enrique de Guzmán “el Bueno”, se emprendió una nueva etapa, elaborándose estatutos que regirían hasta su paulatina extinción a finales del siglo anterior. Esta época contempló la dispersión de sus imágenes o “pasos”, los cuales, dado el mal estado de la Ermita y sus reducidas dimensiones, pasaron a ser custodiadas en las casas particulares de sus respectivos cuadrilleros. El arreglo Parroquial de 1891, que dio lugar a la constitución de las cuatro parroquias actuales, originó la concentración de cultos en Santiago y el abandono o cierre de muchas ermitas lucentinas eliminando así un modo de cohesión de las cofradías.
Se cerraba así un largo capítulo que no se volvería a abrir hasta que, en el año 1923, revitalizado el concepto cofradiero y pujante la casi naciente santería, se constituyó, ya con sede en la Iglesia Parroquial de Santiago, la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Ntro. Padre Jesús de la Columna, desgajada ya la rama del viejo árbol frondoso de la Cofradía de la Paz.
El Cristo de la Columna entraba así, solo, en nuestra Semana Santa, de la mano de su primer Hermano Mayor D. Juan Torres Manjón-Cabeza, y gracias al esfuerzo de un nutrido grupo de cofrades que tuvieron conciencia de los valores devocionales y artísticos de esta joya de la imaginería. Los diseños del escudo y de las túnicas se debieron a D. José García Aznar.
Especialmente significativo para el desarrollo posterior de la Cofradía, es el haber incluido como Titular, en 1954, a la Virgen de la Paz, transformada en Virgen de Pasión y añadiéndole el título de Esperanza.
Esta imagen fue sustituida por otra nueva en el año 1981, obra del escultor D. José Rivera García siendo bendecida por el Sr. Vicario de la diócesis D. Pedro Gómez Carrillo, el 19 de marzo de ese mismo año. Años más tarde, fue sustituida Nuestra Titular gracias a la donación de una nueva iconografía mariana por un hermano devoto de nuestra cofradía, obra del escultor Miguel Ángel González Jurado. Dicha imagen fue bendecida por el Párroco de Santiago y consiliario de la cofradía, D. Francisco Mesa López en 1992.
En el año 1970 esta Cofradía pasaba por momentos difíciles y de bajo esplendor, estando casi disuelta. Se hizo cargo de la misma D. Antonio Arjona Castilla, que encargó la restauración de la imagen del Cristo al escultor D. José Rivera García en el año 1971. Dentro del mandato del Sr. Arjona Castilla, se encargó la realización del trono de la Virgen, obra de los orfebres lucentinos Hnos. Angulo.
A partir de este año, la Cofradía fue resurgiendo de nuevo y alcanzando poco a poco un gran esplendor gracias al esfuerzo de un nutrido grupo de cofrades entre los que hay que destacar a D. Abundio Mora Verdejo, actual miembro de la Junta de Gobierno.
Así pues, la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Columna y María Santísima de la Paz y Esperanza, se ha constituido en una pieza fundamental de la Semana Santa lucentina.